Los Pubs, una orgullosa tradición americana

Escenario ideal para conocer gente y empinar el codo.

Mauricio Alcalá

BEBERBIEN. ¿Recuerdas el pub o la taberna con poca luz en cada esquina, la alfombra empapada de cerveza y una larga fila de clientes con sus vasos? Todavía hay versiones de estos bares de bebidas espirituosas, igual de acogedoras.

En 1634 los puritanos autorizaron el primer pub en Nueva Inglaterra (América) con cerveza elaborada en las instalaciones. La idea era alejar a los grandes bebedores de ron y whisky. Esta tradición de cerveza local unida a la excelencia en su elaboración continuó hasta la época de la prohibición (Ley Seca).

Con recetas de sus países de origen, en el siglo XIX los holandeses, ingleses y alemanes transplantaron el pub del viejo mundo a su tierra adoptiva. A finales de los años setenta y con 44 fábricas cerveceras en EEUU, solo la cerveza rubia se vendía en los pubs. Hoy hay más de 100.

A principios de los años ochenta, la gente viajaba más seguido a Europa, un destino económico. Los viajeros más visionarios regresaron a América con un gusto por la cerveza y muchos de ellos abrieron nuevos pubs al estilo europeo. En 1982, la legislación estadounidense permitió que la comida también se sirviera en los pubs y renació entonces «el pub de cerveza».

Las cervecerías «Made in USA» representan hoy un resurgimiento de la tradición y de un ambiente de otros tiempos. Como la cerveza se elabora de en las instalaciones o en asociación con microcervecerías, los pubs están orgullosos de sus bebidas. Ya no son suministradas por mayoristas, sino que se trata de empresas gestionadas por sus propietarios y con una reputación que proteger.

La cervecería fue y es un oasis en la vida laboral, un punto de encuentro en el barrio. Espejos pulidos, vigas expuestas, vasos y botellas exhibidas con orgullo, ventiladores de techo y menús llenos de giros imaginativos, el moderno pub es el escenario social ideal para conocer a los lugareños, jugar a los dardos y degustar cervezas, cervezas y más cervezas.

Algunos de ustedes recordarán la famosa reseña de George Orwell de su pub favorito, The Moon under Water. Aunque la historia es ficticia, describe con cariño desde los espejos ornamentales detrás de la barra hasta el sonido de las risas. Lo que más atraía a Orwell era la gente que llamaba al sitio: «¡Mi maravillosa atmósfera!». Dada la calidad y el ambiente de los pubs de hoy, creo que George estaría encantado.

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