Color, frescura…
¿A qué temperatura debe tomarse?
🍷 BEBERBIEN. El vino lleva más de 8.000 años saboreándose y aún hay factores básicos que se desconocen. Los tintos, blancos y espumantes no son como cualquier otra bebida, tienen particularidades que hacen que cada uno sea único.
Clasificación. Las clasificaciones más básicas son por su dulzor: secos, semisecos, semidulces y dulces, y por su edad: Jóvenes o “de año”, si se obtuvo en la misma campaña que la que indica el etiquetado; Semicrianza o “de roble”, cuando se ha mantenido un pequeño tiempo en recipientes de madera; Crianza, si han pasado un par de años y al menos seis meses guardado en barrica; Reserva, si son blancos o rosados, las condiciones serán como en el Crianza y, si son tintos, deberá haber reposado tres años, uno en barrica.
Por último, Gran Reserva: los blancos y rosados tienen una crianza de cuatro años, seis meses en barrica y los tintos, una crianza mínima de cinco años, 18 meses en barrica. Si te gustan más los vinos suaves, decántate por los Tempranillos. En cambio, aquellos llamados “de barrica”, son vinos con más carácter y cuerpo.
El color. Depende de la variedad de la uva y del grado de maduración de la misma. Las uvas más maduras producirán vinos con tonos más oscuros y opacos, mientras que las uvas más verdes propiciarán vinos más transparentes. El tiempo de crianza también influye en el color del vino. Con el tiempo, los vinos tintos con más edad se vuelven de color teja y anaranjados. En cambio, los vinos blancos tienden a volverse dorados.
La frescura. Los vinos más frescos pueden hallarse en áreas con temperaturas más bajas, a la uva le cuesta más tiempo madurar y tienen un aspecto más brillante. En zonas cálidas, la uva madura mucho más rápido y forma vinos con mayor cuerpo y grado alcohólico debido a que tienen más glicerina.
La temperatura. Un vino blanco tiene que estar siempre a una temperatura inferior a la ambiental, alrededor de los 10º C, al igual que los rosados, y 8 º, los espumosos. Por el contrario, el vino tinto debe mantenerse entre los 14 y 16º.
El precio no es determinante, se puede encontrar un buen vino a un precio muy asequible. Sobre todo en países como España, Argentina o Italia, que cuentan con una gran variedad de bodegas y, por ello, con una alta producción vitivinícola.
Un vino para cada situación. Para un aperitivo, lo mejor es optar por vinos blancos jóvenes, frescos y fluidos, como un Sauvignon Blanc o un rosado. Para una cena, puedes elegir un vino con más carácter.
Las copas adecuadas. La forma de las copas están diseñadas según la distribución de las papilas gustativas en la lengua. Para el tinto, copa de gran tamaño, que maximiza el contacto del vino con el aire y facilita su oxigenación; para el blanco, un tamaño menor, para potenciar el sabor dulce en la boca. Y para los espumosos, copas altas, que conservan la baja temperatura, además de apreciar la evolución de las burbujas.
Y por supuesto, combinarlo adecuadamente con la comida. Un maridaje correcto entre vinos y comidas potencia la experiencia gourmet. Por ejemplo, un vino blanco joven resulta perfecto para un aperitivo o entrante muy ligero. Un vino blanco de variedad noble, se marida con pescados blancos, mariscos o ensaladas. El vino blanco con paso por barrica es perfecto para algunos arroces o quesos curados. Los rosados son perfectos para pastas. Un vino tinto joven puede maridarse con pescados azules, carnes blancas y otras como el cordero. Los Crianzas son ideales para saborearlos con carnes a la brasa y, los Reserva y Gran Reserva para guisos y platos más elaborados.
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🍷 Una guía para «principiantes» de vinos
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