La invasión de nuevos vinos… en latas
Para algunos es una buena idea, para otros tantos es «un sacrilegio».
Por David McIntyre
BEBERBIEN. «¡Me encanta esta lata!», exclamó mi hija de 19 años cuando abrió el refrigerador. Tomó la lata de 250 mililitros de «Lil Fizz», de No Fine Print Wine, y la acarició en sus manos, como una modelo de televisión mostrando una crema para el rostro.
«Es oro rosa, un color perfecto para los jóvenes», dijo. El etiquetado incluía tres líneas que describían el vino como «con sabor a sol», altamente «delicioso» y con «la cantidad justa de efervescencia». «Eso es todo lo que necesitas saber», dijo ella. (La experiencia de mi hija reside más en el arte y el diseño del envase que en el vino. Al menos, eso creo.)
Inicialmente, los vinos en latas eran producidos por bodegas más pequeñas e innovadoras que respondían a un nuevo mercado potencial. En EEUU, Field Recordings en Paso Robles, California, Underwood en Oregon y Old Westminster en Maryland fueron los primeros. Santa Julia, una etiqueta orgánica argentina, está ahora en el mercado con latas de 375 mililitros. Y Amble & Chase vende un sabroso rosado francés por 22 dólares por cuatro latas de 250 ml.
Visto el buen resultado, los chicos grandes están entrando en el juego. Ste. Michelle Estates, la mayor productora del estado de Washington, vende vinos en latas. A principios de junio, Bonterra presentó los primeros vinos orgánicos californianos en lata, con sauvignon blanc, rosado y un tinto joven de 250 ml por 20 dólares el paquete de cuatro.
En julio, Trinchero Family Estates, una de las cinco bodegas más importantes de California, anunció el lanzamiento de su sello Pomelo sauvignon blanc y rosado por 6 dólares por lata de 375ml. Esta puede ser una prueba de mercado: si Trinchero pone sus vinos Sutter Home en aluminio, la categoría realmente despegará.
El vino en lata representa aún una pequeña fracción del mercado, pero las ventas aumentaron 69 por ciento en 2018, con un volumen de 47 por ciento más que el año anterior, según Beverage Media, citando las estadísticas de Nielsen. Con grandes compañías como Trinchero y Ste. Michelle uniéndose al juego, estos números deberían dispararse mucho más en 2019.
Las latas se promocionan como ideales no solo para picnics, sino también para excursiones, ya que son mucho más ligeras que las botellas. «¿En serio? Prefiero beber agua en una caminata y guardar el vino para después. Quiero encontrar mi camino a casa, después de todo», dice un enemigo de estos vinos enlatados. Pero, las latas de aluminio son más amigables con el medio ambiente que las botellas de vidrio en términos de huella de carbono en la producción y el transporte al mercado. También son más valiosas que el vidrio como producto reciclado.
Las latas de 375ml, un poco más grandes que la conocida lata de refresco de 355ml, son un reemplazo lógico para las medias botellas, que nunca llegaron a gustar a los consumidores o a las bodegas a pesar de su conveniencia para las personas que no quieren consumir una botella entera de una sola vez. La lata de 250 ml puede ser el tamaño ideal para los consumidores, porque se trata de una copa generosa.
Una encuesta realizada este año por Robert Williams Jr., de la Universidad de Susquehanna en Pensilvania, señaló una preferencia del consumidor por el tamaño de 250 ml. De los 1.700 consumidores encuestados, el 43 por ciento prefería la lata de 250 ml, pero solo la mitad de las bodegas que usan latas ofrece ese tamaño. En contraste, solo el 21 por ciento de los consumidores estaba a favor del formato de 375 ml.
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